Y siempre era igual. Una voragine desde las entrañas me incitaba a anestesiar mi sed.
La música siempre era sutil, femenina, volatil.
El alcohol era profundo, pesado y lisérgico.
Y así el baile era un flotar a ciegas.. hasta sentir tu piel.
Un roce.
Una mirada.
Entre notas francesas y bebidas lisérgicas, eramos un par de aves excéntricas, sutiles y refinadas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario