Y nuevamente caíamos al vacío.
Edificios desaparecían y las personas como hormigas al viento dibujaban la gravedad de sus cuerpos.
La masa avanzaba y desde ese vigésimo piso, tomé la mano de mi papá esperando la caída.
Mi estómago subió rapidamente a mi garganta, todos mis órganos subieron recordándome toda esa altura en caída libre.
El lapso de tiempo fue ambiguo.
El umbral a la muerte fue un secuestro, inexistente de coherencia como esta loca vida.
Secuestrada en una extraña casa, donde mi entretención era descifrar el mapa de mi ubicación.
Y sí, siempre obsesionada con los mapas... Comencé mi plan.
Rodeada de hombres (maestros) tratando de conectar a la mujer salvadora (maga) que me podría sacar de ahí.
Encontraré la salida.
Gracias Universo Dios.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario