Mi temido y fascinante desierto

Por eso que la gente ahí era ansiosamente extremista, deportista, alcohólica, política, drogadicta o artista. Adictos a la noche, al show, al rock, a las luces, al brillo o a la adrenalina cizañera del día.
A la brinca diaria con el taxista. La culpa la tenía la sal y esos minerales gastados.

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