Es que él solo se dedicaba a vender su producto, ya sabes, su persona. Se auspiciaba con incoherentes frases filosóficas baratas, anunciaba sus movimientos, dichas y proezas, y junto con esto, no podían faltar nunca las imágenes de un buen marketing artístico, ya sabes, colores, visual y patrañas de amistades falsas, rock, alcohol y drogas.
Era una nube de sueños patéticos que se ahogaba por su propia existencia.
Era una nube de sueños patéticos que se ahogaba por su propia existencia.
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